viernes, 23 de octubre de 2015

Indignación por el Festival Gastronómico de Carne de Perro de Yulin


Perros hacinados en pequeñas jaulas, asesinados a golpes por insensibles cocineros, colgando alineados a decenas a la espera de ser degustados...si alguien nos ofreciese como comida a un perro, o a un gato, la mayoría seguramente respondería horrorizada tachándole de bárbaro e insensible. Sin embargo con un ternero o un lechón, una mayoría incluso superior respondería encantada al ofrecimiento con toda naturalidad. Un hecho este paradójico, por cuanto el destino de cualquiera de ellos es el mismo que sufren los perros de Yulin.

El caso del festival de Yulin nos muestra una faceta evidente de la discriminación especista a la que sometemos al resto de animales. ¿Qué tienen gatos y perros que no tengan vacas o cerdos? Sus semejanzas son evidentes, todos ellos son mamíferos con sistemas nerviosos diferenciados que les permiten mostrar inteligencia y capacidad de sentir emociones diversas. Sin embargo, para los primeros decidimos que deben (así lo hemos decidido arbitrariamente) proporcionarnos compañía y amistad, mientras los segundos son criados para morir prematuramente y ser consumidos como un producto más.

Las razones que se aducen para otorgar a los animales no-humanos mayor o menor nivel de consideración son caprichosas y arbitrarias, se basan a menudo en costumbres adquiridas en el pasado que a día de hoy resulta difícil justificar. Es conveniente hacer constar el gran componente cultural que rige nuestras decisiones alimenticias. Un ejemplo relacionado se puede encontrar al observar cómo algunos turistas, una vez fuera de sus países de origen, no tienen problema alguno en adoptar costumbres locales tales como degustar carne de perro, típicas de algunas regiones de China y Vietnam.

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